Construir un nuevo Estado se convierte en una herramienta esencial para repensar y cambiar todo aquello que hoy no funciona
A menudo se ha querido describir el independentismo como un movimiento únicamente ligado a un sentimiento, a una ideología, reduciéndolo a una simple cuestión de patriotismo. Se ha presentado la independencia como el único objetivo, casi la obsesión, de un grupo de tarambanas muy tozudos que no saben hablar de nada más y que utilizan la independencia como una cortina de humo para evitar hablar de otros temas realmente importantes.
La realidad, sin embargo, nos demuestra que es todo lo contrario. Los que somos independentistas no lo somos porque sí, para cambiar de bandera y basta. No entendemos la independencia como un fin en sí mismo, sino como un medio, un instrumento, una oportunidad para avanzar.
Si hablamos de independencia no es para evitar hablar de los recortes, de la corrupción, del índice de paro, de las pensiones o de la falta de infraestructuras, no. Precisamente hablar de independencia significa hablar de todo eso, porque es disponiendo de estas herramientas, de las cuales disponen todos los estados, ni más ni menos, cómo podremos afrontar los retos sociales actuales con mucha más seguridad y garantías. La independencia no es un tema más, es el instrumento para replantear, desde cero, todo aquello que hoy no funciona.
Ser independientes no significa otra cosa que poder tomar, desde aquí, las decisiones sobre las materias que nos afectan. Quiere decir disponer de las propias herramientas y estructuras para gestionar los propios recursos, con el servicio público al ciudadano como único objetivo y prioridad. Muchos, y especialmente los más jóvenes, vemos la construcción de un nuevo estado como la herramienta para alcanzar mayores oportunidades a nivel laboral, educativo y social.
Hace unos años se decía que la independencia era una utopía. Hoy en día, la utopía es creer que un estado demofóbico como España pueda llegar a cambiar. Reclamar la independencia de Cataluña ya no es una cuestión de ideología política o sentimientos. Es, básicamente, una cuestión de pragmatismo, de ilusión y de horizonte de futuro.
Pere Miralles i Mestre, estudiante universitario
*Article de la campanya de l’ANC ‘Fem Futur’